Uno de nuestros proyectos fue -‘ — ‘- – con Daniel Steegmann Mangrané en la Fundació Antoni Tàpies, en el 2018. La acción fue resumida a una mariposa tropical volando dentro del espacio de la institución por varias semanas. Un pequeño gesto que puede – o no – ser visible durante la visita, dependiendo del estado de ánimo del insecto y las circunstancias en torno a su existencia. Esa mariposa revolucionó la institución. Algo tan conceptualmente simple abrió varias discusiones. Desde el público que escribió cartas afirmando que no habían visto a la mariposa, hasta el personal de la fundación que fueron motivados a cuidar de ella, o hasta los medios de prensa quienes exigían saber la hora exacta del nacimiento para filmarlo en el preciso momento en el que se desprendiera de su capullo. El proyecto se convirtió en una lección sobre otras especies y sobre nuestra percepción de la naturaleza, así como un hermoso episodio de crítica institucional. ¿Cómo podemos dar una fecha precisa a una exposición que trataba justamente de la duración de una vida? ¿Cómo podemos explicar a los visitantes que, justo como el criador había descrito, las mariposas pasan la mayor parte de su tiempo en silencio y escondidas? Esta pausa para observar el tiempo natural creó una distancia aún más grande con el momento de hiper-aceleración y consumo en el que vivimos. También coincidió con el tiempo de una maternidad durante los primeros años de vida, en la cual las horas son alargadas o aceleradas según ritmos biológicos. Desde esas horas gastando tiempo surge la voluntad de saber otras formas de entenderlo, más cercanos a los ciclos naturales, y un título para lo que quería recuperar: el tiempo de calidad y espacio de encuentro con artistas de que habían presentado en nuestra sede anterior.
Serían Otros Tiempos para The Green Parrot, otros tiempos para mí como persona y comisaria, y también un tiempo para trabajar con artistas que ya estaban investigando largos procesos y otras cosmologías previas a la temporalidad moderna. Desafortunadamente (o no), ese título resuena con otros tipos de experiencias temporales y adquiere un tinte de premonición. Ahora podemos decir que realmente es un nuevo tiempo para el mundo. Ahora el tiempo está forzado a estirarse. Las exposiciones están cambiando constantemente sus fechas de cierre. Nosotros las estiramos en espera de que extranjeros nos visiten, que los artistas puedan venir. Esto también ha pasado con The Green Parrot: la fecha de apertura ha sido pospuesta por un año debido a permisos, renovaciones, restricciones, e incertidumbres generales. Inauguramos una exposición grupal en una nueva sede con ocho propuestas. Cada una de ellas se acercan a otras maneras de entender el tiempo, más cerca a los ritmos naturales o cosmologías o lejos de la dicotomía de la naturaleza-cultura. Trabajos que fueron producidos durante la exposición, como Fungi Fantasy y sus amigos Crazy Bacteria por Agustín Ortiz Herrera; o que han empezado desde un largo proceso de producción conjunta, como las sedas de Chiara Camoni. Tiempos que nos sobrecogen cada vez que pensamos en él, como el del universo. Los trabajos también han revelado muchas otras sinergias que se relacionan inevitablemente con esas (otras) maneras de entender el tiempo y sus epistemologías. Aparecen figuras que proponen un entendimiento distinto del tiempo, como parte del conocimiento científico, como Hildegard von Bingen y Franz Anton Mesmer, o la misma Popova en su intento de crear una teoría de color vinculada a la percepción neurológica. Los artistas rescatan estos personajes para sugerir un acercamiento más intuitivo o proponer alternativas a un sistema de poder específico.